Ambas naciones se atacan sin piedad, mientas occidente no toma una postura clara ante este conflicto que amenaza estabilizar el mundo.


Más de medio centenar de aeronaves de combate de la fuerza aérea israelí atacaron en las últimas horas diferentes objetivos militares y nucleares en Irán.

Entre los sitios alcanzados, de acuerdo con un comunicado del ejército israelí, está una planta para fabricar centrifugadoras para enriquecer uranio para conseguir armamento nuclear en Karaj, cerca de la ciudad de Teherán.

Igualmente, en el entorno de la capital, fueron atacadas las instalaciones en las que se fabrican misiles tierra-tierra y tierra-aire como los que la República Islámica emplea para responder a la ofensiva de Israel.

Además, la nación judía también ha vuelto a bombardear Teherán en la madrugada de este miércoles 18 de junio por sexto día consecutivo, sin que después de haber advertido a la población que evacuara una parte de la capital.

No se han reportado víctimas mortales de estos últimos ataques, por el momento La organización no gubernamental Hrana ha cifrado este miércoles en 585 los muertos y en 1.326 los heridos desde el pasado viernes 13 de junio. La cifra de muertes oficial no se ha actualizado desde el domingo, cuando se situaba en 224. Irán, por su parte, ha lanzado ataques durante la noche contra Tel Aviv.

Hay que tener presente que la República Islámica cuenta, al menos que se conozca, de dos grandes fábricas de enriquecimiento de uranio, el combustible que se precisa tanto para alimentar las centrales nucleares civiles —el objetivo declarado por Irán— como para producir armas atómicas.

Por eso, los países de Occidente sospechan que ese podría ser el objetivo oculto de Teherán. Israel lo da por hecho, aunque no presenta pruebas. Esas dos plantas de enriquecimiento son la de Natanz y la de Fordow, a unos 30 kilómetros al noreste de la ciudad de Qom.

Para obtener combustible nuclear hacen falta muchas centrifugadoras de uranio para producir una gran cantidad de uranio enriquecido. La ONG NTI (siglas en inglés de Iniciativa contra la Amenaza Nuclear) calcula que solo dos de los edificios subterráneos de Natanz tienen capacidad para albergar hasta 50.000 de esos artefactos.

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