El hospital Nasser, el más grande de Gaza, tiene alrededor de 30 pacientes ingresados, la mayoría de las camas de cuidados intensivos están ocupadas por niños con traumas, quemaduras o afectados por explosiones.
La Franja de Gaza vive una grave crisis humanitaria, donde la imagen de niños falleciendo por desnutrición ha copado las portadas de los principales periódicos del planeta, haciendo un llamado desesperado a la comunidad internacional, en búsqueda de posibles ayudas.
La situación es descrita como extremadamente crítica, con una población de dos millones de personas que lleva dos años prácticamente sin producción alimentaria, y un número creciente de niños fallecen a causa de la inanición.
Aitor Zabalgogeazkoa, coordinador de emergencias de Médicos Sin Fronteras en la Franja de Gaza y actualmente en Almawasi, describió un panorama desolador de la situación.
«La situación es extremadamente crítica porque hacen falta muchísimos centenares de camiones para mantener eh a esta población que lleva 2 millones, que lleva 2 años prácticamente sin producción alimentaria y sobre todo también para todos estos niños que están apareciendo ahora que se están que se están muriendo, que son casos en con condiciones as y enfermos que estaban, niños que estaban ya enfermos, que ahora ya no han podido aguantar y después de tanto tiempo fallecen», denunció el líder médico en relación con la urgencia por la crisis alimentaria.
La entrada de ayuda a Gaza es una constante de imprevisibilidad y peligro. Aunque en los últimos dos días se ha observado una leve mejora, con las fuerzas israelíes permitiendo el paso de camiones del Programa Mundial de Alimentos sin intervenir durante las distribuciones —lo que resultó en la ausencia de muertos y heridos y la recuperación de algo de comida por parte de la población—, esta situación es inestable.
La incertidumbre sobre la permanencia de esta medida es evidente. «No la tenemos. Esto pasa día a día. Entonces, hay un día en el que permiten la entrada de camiones, otro día el que no, otro en el día en el que los camiones se pasan 48 horas para andar 10 km e y no llegan o resultan asaltados», informó Aitor Zabalgo Jescoa, destacando la intermitencia del acceso.
La harina es el principal alimento que logra ingresar a la Franja de Gaza a través del Programa Mundial de Alimentos. Sin embargo, la distribución de esta ayuda es extremadamente peligrosa.
La Fundación Humanitaria de Gaza, establecida con apoyo del gobierno estadounidense y el ejército israelí, realiza distribuciones en puntos donde se han registrado mil muertos y más de 6.500 heridos desde el pasado 27 de mayo.
“En dos meses no ha habido ni un solo día en el que en estas distribuciones no haya habido muertos o heridos”, denunció Zabalgogeazkoa, evidenciando el riesgo inherente a la búsqueda de alimento.
La desesperación de la población es tal que los camiones del Programa Mundial de Alimentos son «asaltados sistemáticamente» antes de llegar a los puntos de distribución. La gente se abalanza sobre ellos en un intento desesperado por conseguir alimentos. «Peleas es terrible el nivel de violencia que hay para conseguir un saco de harina y bueno, no solo pasa con esto, sino también con el agua. Son las peleas entre familias y entre gente son diarias para conseguir la alimentación», lamentó.
La pregunta sobre cuántos niños están en riesgo de morir por inanición en Gaza es «imposible de calcular». Si bien el hospital Nasser, el más grande de Gaza, tiene alrededor de 30 pacientes ingresados, la mayoría de las camas de cuidados intensivos están ocupadas por niños con traumas, quemaduras o afectados por explosiones. Esto significa que los criterios de admisión en los centros de salud no permiten reflejar la magnitud real de la crisis de malnutrición infantil.
El tratamiento para los niños que fallecen por hambre es complejo, ya que la mayoría están enfermos y necesitan terapias no disponibles en Gaza. Hay 15.000 personas que requieren tratamiento fuera de la Franja, pero la Organización Mundial de la Salud solo puede evacuar a unos 30-35 pacientes por semana, dejando una lista de espera de al menos 15.000 personas.
«Es muy difícil que los niños que están enfermos y que están malnutridos puedan salir de esta», manifestó.