El Sicariato En Las Redes Sociales hiere nuestra salud mental: 

Por: Edilson Huérfano Ordóñez / Candidato a Doctor en Comunicación – Universidad de La Plata,
Centro de Investigación y Formación Orlando Fals Borda


En este tiempo donde las redes sociales se han convertido en la plaza pública de nuestras emociones y frustraciones, urge detenernos un instante y preguntarnos: ¿qué dejamos en el alma colectiva cuando cada palabra se convierte en piedra arrojada, cuando cada publicación no busca edificar sino destruir?

La confrontación permanente en el espacio digital no solo erosiona el tejido de nuestra democracia, también hiere silenciosamente nuestra salud mental. La ansiedad, la rabia acumulada y el agotamiento emocional se vuelven enfermedades sociales disfrazadas de debate. No olvidemos que la palabra, mal usada, puede ser un arma más dañina que cualquier proyectil.

Desde la filosofía política se nos recuerda que el ser humano no es solo un sujeto de derechos, sino también un constructor de comunidad. En ese sentido, nuestra responsabilidad no es gritar más fuerte que el otro, sino escuchar, reconocer y proponer caminos que nos eleven como sociedad. La política, entendida como el arte del bien común, se empobrece cuando se reduce a insultos y trincheras digitales.

Hoy hago un llamado a cada ciudadano y ciudadana: no perdamos la fuerza de nuestra voz en la descalificación, no agotemos nuestra energía en la burla ni en la ironía hiriente. La patria necesita menos gladiadores de teclado y más arquitectos de futuro. Necesita menos confrontación y más propuestas que iluminen la esperanza.

Cuidemos nuestra salud mental como un acto político y ético: proteger nuestra paz interior es también proteger el derecho colectivo a vivir en dignidad. Que nuestras palabras e imágenes que utilizamos, no se conviertan en veneno que contamina el alma común, sino en semillas que florezcan en unidad, respeto y construcción.

No olvidemos que la historia la escriben los pueblos que, aun en medio de la tormenta, supieron transformar el ruido en canción, la ira en proyecto, y la confrontación en camino de encuentro.

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