Este llamado se dio después de la liberación de secuestrados y rehenes en la Franja de Gaza, donde el papel del presidente colombiano fue importante.



El jefe de Estado manifestó en su cuenta de la red social X que: “He iniciado contactos con el Ejército Gaitanista, con la intermediación de Catar.

El anuncio lo hace apenas dos meses después de haber informado la reactivación de las negociaciones con esa estructura criminal, con fuerte presencia en varias regiones del país.

El mandatario ya había recalcado, en su reciente gira por Bruselas, la importancia de la intermediación catarí para avanzar en los diálogos, y de solicitar de manera formal a esa nación ser testigo directo de los avances en las negociaciones.

El presidente Petro no dudó en involucrar los recientes acuerdo de paz entre el Estado de Israel y Palestina, lanzando pullas sobre las altas cifras de víctimas mortales en medio de ese conflicto.

“Es hora de reiniciar los contactos con el ELN. Le respondo al señor Pablo Beltrán. Pruebe la paz de Colombia. No sé necesita destruir una ciudad entera y matar 70.000 personas para hacer un intercambio humanitario”, comentó Petro.

Apenas el 9 de septiembre de este año, en medio de la crisis humanitaria que enfrente Colombia por la muerte de, al menos, 100 personas y el desplazamiento forzado de unas 60.000, Pablo Beltrán reapareció en la escena pública, a través de una filmación difundida en las redes sociales.

Desde ese espacio, el principal negociador de esa guerrilla en el proceso suspendido con el Gobierno instó a retomar los diálogos y pidió el respeto a los acuerdos firmados previamente con las administraciones de Juan Manuel Santos, 2016, y Gustavo Petro, 2023.

El líder guerrillero al final se refirió nuevamente al proceso de intercambio de israelitas retenidos por prisioneros palestinos en cárceles de esa nación afirmando que “no sé necesita destruir una ciudad entera y matar 70.000 personas para hacer un intercambio humanitario”.

Según detalló Beltrán en su intervención, la propuesta del ELN contempla un “modelo distinto” de negociación enfocado en la firma de acuerdos parciales, con prioridad en las transformaciones territoriales y en la inclusión activa de campesinos, indígenas y demás sectores sociales y populares.

“Hagamos acuerdos, acabemos el conflicto armado, pactemos transformaciones, metamos la sociedad en esto y el ELN cambia; pero es una fábula decir que el ELN cambie y las clases dominantes no cambian, y la persecución y exterminio del que piensa diferente no cambia… para que Colombia cambie, cambiamos todos”, señaló el líder guerrillero.

Hasta la suspensión, el proceso entre el ELN y el Estado colombiano registraba el mayor número de avances de los últimos años, incluyendo un cese del fuego de un año, vigente de agosto de 2023 a agosto de 2024, y la firma de más de 28 acuerdos parciales. Asimismo, las partes habían cerrado el primer punto de la agenda, centrado en la participación social en el proceso de negociación.

No obstante, la dinámica en la mesa se vio fuertemente afectyada por reiterados incumplimientos de la guerrilla y por la ausencia de “gestos de paz”, tal como lo evidenció el secuestro del padre del futbolista Luis Díaz —hecho que tuvo lugar incluso bajo el cese del fuego—. Tras finalizar la tregua, el ELN llevó a cabo un ataque contra una base militar en Puerto Jordán, Arauca, que dejó dos militares muertos y 25 heridos.

Otros sucesos agravaron el ambiente de las negociaciones: los paros armados en Chocó y la denuncia del comisionado de Paz, Otty Patiño, sobre un presunto plan del grupo guerrillero para asesinar a su colaborador Álvaro Jiménez —a quien la organización responsabiliza del quiebre entre el frente Comuneros del Sur y el comando central—.

A pesar de la ruptura, subsiste un canal de comunicación reservado que funciona únicamente para la atención de temas humanitarios. Durante esos nueve meses, la relación entre la cúpula guerrillera y el presidente Gustavo Petro se ha caracterizado por un intercambio constante de acusaciones.

El mandatario llegó a declarar que el ELN eligió el “camino de Pablo Escobar”, refiriéndose a lo que consideró un abandono de la lucha política en favor del narcotráfico.

En respuesta, el ELN atribuyó la responsabilidad de los fracasos en las negociaciones tanto al actual como a gobiernos anteriores, manteniendo su narrativa de que el Estado no cumple los acuerdos suscritos.

Pese a estas tensiones, el presidente Petro no descartó que los diálogos pudieran eventualmente trasladarse a escenarios internacionales, y mencionó el Vaticano como una opción futura para la continuación de las conversaciones.

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