Dos hombres armados mataron a tiros a 11 personas en Bondi Beach, Sidney, Australia, durante una celebración de la festividad judía de Janucá, un ataque calificado de «terrorista» y «antisemita» por las autoridades
Este domingo 14 de diciembre, Australia se vio sacudida por un trágico tiroteo masivo en Bondi Beach, Sídney, que dejó un saldo devastador de al menos 16 personas muertas, incluido el atacante, y más de 40 heridos.
El ataque ocurrió durante una celebración destinada a conmemorar el inicio de Hanukkah, una festividad judía, donde estaban congregadas más de mil personas, transformando lo que debía ser una noche de paz y alegría en un escenario de horror.
Las primeras informaciones revelan que los atacantes, un padre de 50 años y su hijo de 24, tenían como objetivo a la comunidad judía de Sídney. El progenitor falleció poco después del ataque, mientras que el hijo continúa bajo custodia policial, gravemente herido. La policía investiga este incidente como un ataque terrorista, marcando uno de los atentados masivos más graves en la historia reciente del país, que ha trabajado incansablemente en el control de armas por décadas.
El primer ministro de Nueva Gales del Sur, Chris Minns, expresó su indignación, calificando el ataque de «horrible y perverso». La diversidad de edades entre las15 víctimas fatales, que van desde los 10 hasta los 87 años, refleja la indiscriminación de la violencia. Además, los 42 heridos han sido trasladados a hospitales locales, donde están recibiendo atención médica urgente.
Durante la investigación, el comisionado de la policía de Nueva Gales del Sur, Mal Lanyon, confirmó el hallazgo de artefactos explosivos improvisados en el vehículo del atacante fallecido, aunque fueron desactivados sin incidentes. Aún se está investigando si hay otros cómplices involucrados en el ataque.
La comunidad judía, tanto en Australia como en el extranjero, ha expresado su profunda tristeza y ha instado al gobierno australiano a tomar medidas urgentes para combatir el antisemitismo. Este llamado a la acción se produce en un contexto de creciente preocupación sobre la seguridad y la protección de las comunidades vulnerables.
Testigos del suceso describen momentos de pánico absoluto, con disparos resonando en el aire y personas tratando de escapar del caos. Uno de los valientes que intervinieron fue identificado como Ahmed Al Ahmed, quien logró desarmar a uno de los atacantes tras un violento forcejeo. Su acto heroico le costó dos heridas de bala, pero su valentía ha sido ampliamente reconocida.
El comisario Lanyon también mencionó que el atacante fallecido poseía una licencia de armas y contaba con seis armas registradas, incluidas las utilizadas durante el ataque en Bondi Beach. Se desconoce si había algún indicio previo que sugiriera un posible ataque o una radicalización religiosa en los sospechosos.
La conmoción ante este acto aterrador resuena no solo en Australia, sino en todo el mundo, destacando la necesidad urgente de abordar la violencia y el extremismo, así como de proteger a las comunidades que enfrentan amenazas por su identidad y creencias.

