22 años de conflicto separaron a Darío y Julio, dos hermanos que se reencuentran para renacer como familia


El Acuerdo de Paz me dio esperanzas y un descanso”, aseguró Darío, la sexta persona desaparecida por hechos en razón del conflicto encontrada con vida por parte de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas -UBPD-, mientras aguardaba el momento de volver abrazar a Julio*, su ‘hermanito’ a quien no ve desde mayo de 2000 cuando hombres armados lo obligaron junto a otros jóvenes del municipio de San Antonio, sur de Tolima, a subir a un camión.

La directora de la Unidad de Búsqueda, Luz Marina Monzón Cifuentes, al destacar el significado de este sexto reencuentro de familias separadas en razón del conflicto armado, aseguró que “para la Unidad de Búsqueda es muy satisfactorio poder ver que la labor humanitaria y la dirección de la búsqueda que se le ha encomendado va ofreciendo resultados y respuestas a familias que durante mucho tiempo no han cedido en la búsqueda de sus seres queridos. Seguiremos avanzando en poder determinar cuál es la suerte y cuál es el paradero de quienes nos han solicitado buscar y también a quienes no nos han solicitado buscar pero que hacen parte de esos contextos territoriales de personas desaparecidas del conflicto armado”.

Para Darío, el Acuerdo de Paz significó una esperanza de reencuentro con su familia. “Al ellos desactivarse hay esperanzas no solamente para uno, sino para muchos que yo sé que en el momento quisieran también ver a un familiar, porque sé que están perdidos como yo. Es que a uno le preguntan usted tiene familia y uno dice yo no tengo, así uno sepa dónde está el familiar, uno no puede por miedo, por una cosa o la otra uno no puede salir desbocado a eso porque hay secuelas, muchas secuelas”.

Sin dejar de mirar a su hermano Darío insistió en la alegría que encerraba el reencuentro. “Más de 22 años perdido por la vida, sin saber de mi hermano, un hombre sin familia como quedé yo. Ahora con el Acuerdo eso alivió muchas cargas y ahora con la Unidad de Búsqueda que nos ayudó tanto para este encuentro. Estoy muy conmovido por encontrar una familia tan hermosa como la que tiene mi hermano”.

La búsqueda de Darío y el reencuentro con su familia hace parte del Plan Regional de Búsqueda Cordillera Central, que identificó un universo inicial de 1.315 personas desaparecidas en 21 municipios. De ellos 12 del departamento del Tolima: Ibagué, Anzoátegui, Cajamarca, Roncesvalles, Rovira, San Antonio, Ortega, Chaparral, Rioblanco, Ataco, Planadas y las veredas de Montefrío y Achique en Natagaima; y nueve del departamento del Huila: Santa María, Teruel, el costado occidental del río Magdalena en Neiva, Íquira, Tesalia, Nátaga, Paicol, Palermo y Aipe. 

De acuerdo con el Universo de Personas Desaparecidas durante el conflicto armado que construye la Unidad de Búsqueda, en el departamento del Tolima fueron reportadas como desaparecidas 2.143 personas, siendo Ibagué, con 291; Planadas, con 145; Chaparral, con 134; Fresno, con 114; San Sebastián de Mariquita, con 111, y Honda, con 99, los municipios con la mayor cantidad de registros.

LA BUSQUEDA 

El 5 de octubre de 2021 la Unidad de Búsqueda realizó en el municipio de San Antonio una jornada pedagógica sobre su mandato de dirigir y coordinar la búsqueda de las personas desaparecidas en razón del conflicto armado antes del 1 de diciembre de 2016. Ese día la  mamá de Darío con el apoyo del enlace de víctimas de la alcaldía se puso en contacto con la UBPD y presentó la solicitud de búsqueda. La desaparición de Darío había sido denunciada ante la Fiscalía General de la Nación en 2014, cuando también desapareció su hijo de 14 años. 

En desarrollo de una investigación extrajudicial un equipo interdisciplinario de la UBPD encontró a finales de octubre las primeras pistas que condujeron en pocos meses a establecer con certeza que Darío era el hermano de Julio. El apoyo de la Registraduría Municipal fue fundamental en el proceso de esta búsqueda solidaria.

El Plan Regional de Búsqueda Cordillera Central ha identificado varios picos de casos de desaparición, siendo el periodo de 1999 a 2010 el más complejo con 779 registros. El 72 % corresponde a desaparición de hombres, como en el caso de Darío, quien para ese momento se dedicaba a las labores de campo. La UBPD trabaja sobre la hipótesis de que para esa época las personas que se dedicaban a la recolección de café pudieron ser víctimas de desaparición forzada porque los grupos armados en la zona los señalaron como posibles informantes. 

ELREENCUENTRO 

Darío y su compañera madrugaron al encuentro en algún lugar de Bogotá. Julio y su esposa tampoco durmieron. Desde las 5 de la mañana estaban listos. Él llevaba corbata y ella tacones. “Es que esto es una celebración”, aseguraba al tiempo que su sonrisa no lograba esconder los nervios. Sus ojos tenían un brillo especial. 

Para mí es una felicidad muy grande después de 22 años de no saber nada de mi hermano”, aseguró Julio tras recordar que fue su mamá quien le solicitó a la UBPD buscar a su hijo. “Cuando me llamaron y me dijeron que era por parte de mi mamá y que lo habían encontrado por la cabeza me pasaron muchas películas de si será o no mi hermano y sobre la reacción que fuera a tomar. Pero hoy soy feliz con mi hermanito y yo sé que no nos vamos a volver a desaparecer, nos vamos a comunicar y habrá muchos medios, confiando en Dios”.

 

 

Cuando Julio se asomó a la puerta del salón los dos hermanos solo necesitaron mirarse para avanzar con paso firme hacia el soñado reencuentro. Las lágrimas acompañaron el abrazo en el que se fundieron. Ya no eran esos jóvenes de comienzo del Siglo XXI. Sus compañeras también lloraban. Era el comienzo del fin de aquellas noches en las que los escucharon preguntarse si su hermano estaría vivo o si habría sido otra víctima de la guerra. “Pero no me lo devolvieron tan joven”, dijo Julio y las risas se sumaron a la celebración. Con ellas también llegaron los sobrinos. 

Después de las presentaciones con el nuevo tío vinieron horas y horas de conversaciones, abrazos y carcajadas. Había que recuperar el tiempo. Fueron más de dos décadas de silencio. La primera tarea que tienen pendiente es un partido de fútbol, pasatiempo preferido de Darío que lo ha acompañado en las buenas y en las no tan buenas para sus contendores. 

*Por solicitud de la familia los nombres fueron cambiados por seguridad

 

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