De la sombra a la luz. 

    Por Edilson Huérfano, Sacerdote Ortodoxo, en proceso de Incardinación


Caminan de manera tranquila por las calles de los barrios marginados de Cali, portan su uniforme, pero más que policías son los amigos y esperanza de todo joven que ve en ellos la puerta que se abre en procura de un mejor futuro.

Son mujeres y hombres desde patrulleros a sub-intendentes, los llaman los PRESI, los jóvenes de aquellos sectores vistos como la franja de GAZA los acogen, el saludo es de parceros al mejor estilo de los más grandes amigos, y en ellos esta lo que hace la diferencia entre la Policía Nacional.

Pasan saludando a su comunidad, los niños les gritas ¡hola policías! y corren a darles la mano; esa es quizá su mayor recompensa porque llega de la mayor sinceridad de la humanidad, la de la sonrisa de los niños, esos que no son hipócritas ante nada, que ven la vida desde la magia de su pensamiento y los juegos, esa magia que nosotros perdimos porque con el pasar del tiempo jugamos a ser adultos y nos quedamos en ese juego, no volvimos a mirar atrás.

No les importa cuánto tiempo deban pasar en las comunas de Cali, suben laderas, bajan pendientes y hasta tiran paso de salsa choque en las actividades de cultura que realizan todos los santos días en los sectores que les fueron asignados; no viven presos del reloj, allí lo más importante es la vocación de servicio y no la hora.

Su programa de Prevención Y Educación Ciudadana es la magia que trasmiten en cada calle de los barrios, pasan su vida entre la cultura, el deporte y el arte, entre las sonrisas de aquellos que día tras día llegan puntúales a la cita con un mejor futuro, lejos de las drogas, de las malas decisiones, se ven con los de PRESI como son reconocidos, con los uniformados amigos, con los policías de las calles, pero sobre todo…con aquellos que realizan de manera silenciosa una inmensa labor social que muchos no conocen en la ciudad de Cali.

Así ven miles de jóvenes en Cali a estos uniformados, debo reconocer que ahora así los veo yo, desde que comencé a ver su trabajo, su vocación de servicio ciudadano, a oír sus historias que no son distintas a las nuestras, llenas de esperanza, y algunas de dolor, pero al fin y al cabo historias que merecen ser contadas por ellos, por los de PRESI, por los guerreros que trabajan arduamente, aquellos que portan su uniforme para acercar, para unir, para generar un mejor futuro en quienes antes no lo divisaban por ningún lado, así hablan los jóvenes que son apoyados por este pequeño pero fructífero grupo de uniformados, que viven su vocación desde el servicio social comprendiendo que el trabajo comunitario es el camino para cambiar vidas.

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