Murió Luis Alfredo Garavito, violador y asesino de niños en Colombia.


Los integrantes del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Inpec, anunció que el violador y asesino en serie Luis Alfredo Garavito murió en la Nueva Clínica Santo Tomás de Valledupar.

La noticia fue confirmada por la dirección de la cárcel La Tramacúa, de esa misma ciudad, donde durante los últimos años el criminal estuvo privado de la libertad.

De acuerdo con la última información, Luis Alfredo Garavito murió a la 1:00 p.m. de este jueves 12 de octubre, debido a múltiples afectaciones de salud.

Era de conocimiento público el cáncer que padecía en su ojo izquierdo, además de la leucemia, que atacó directamente el sistema circulatorio del abusador sexual.

Fuentes cercanas al Inpec le confirmaron a este diario que este mismo jueves Luis Alfredo Garavito alertó por fuertes dolencias de salud, por lo que fue trasladado de urgencias a la Nueva Clínica Santo Tomás.

 

Se espera que en las próximas horas el hospital privado entregue el parte de la muerte del asesino y violador en serie, quien fue capturado en 1999 y desde 2002 estaba preso en la cárcel La Tramacúa.

En relación con su historia judicial, oficialmente fue condenado a 1.853 años de prisión por el homicidio y abuso de 172 niños, niñas y adolescentes, según los informes de la Fiscalía General de la Nación.

Sin embargo, en su momento la ley colombiana solo permitía una pena máxima de 40 años, la cual, en razón a su comportamiento, estaba cerca de cumplir.

Luis Alfredo Garavito fue condenado por los delitos de acto sexual violento, homicidio, acceso carnal violento, secuestro simple e incendio culposo.

Sin embargo, todas esas palabras se quedan cortas en comparación con las conductas que desplegó desde que tenía 15 años, cuando acosó por primera vez a un niño. Entonces, Garavito vivía en el municipio de Génova, el departamento del Quindío.

Para 1992, cuando tenía 35 años, comenzó su serie de asesinato cometidos en 13 departamentos de Colombia, los países vecinos de Ecuador y Venezuela, y que terminarían con su captura en 1999.

Durante su época como asesino serial, Garavito desarrolló un modo de obrar criminal, recordado por la forma en la que engañaba a sus víctimas, con dulces o premios, a cambio de que lo acompañaran a zona despejadas, donde cometía crímenes apenas descriptibles.

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